Las actitudes lingüísticas son las opiniones, ideas y prejuicios que tienen los hablantes con respecto a una lengua. Por ejemplo, se suele afirmar que para el aprendizaje de una lengua resulta positivo tener una buena actitud hacia ella. Tradicionalmente, en Galicia se consideraba que el gallego era una lengua que no servía para ciertas actividades o que era una lengua que no se les debía enseñar a los niños. Con el paso de los años, las actitudes fueron cambiando, siendo cada vez más difícil encontrar manifestaciones abiertamente hostiles hacia el gallego.
En general, los gallegos tienen una buena actitud hacia su lengua, especialmente las personas más jóvenes.
La inmensa mayoría (72%) opina que se les debe enseñar a los niños las dos lenguas y un 21,4% cree que sólo se les debe hablar gallego.
Algunos estudios revelan que el gallego, y el idioma en general, juega un papel discreto en la identidad de los jóvenes.
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